¿POR QUÉ LA BLASFEMIA ES EL PEOR PECADO? - versión 1
o Sobre el derecho a la blasfemia
Las opiniones no son respetables. En todo caso, las personas son respetables. Las opiniones están hechas para ser rebatidas, discutidas, contrastadas y, en último término, para ser abandonadas si se revelan erróneas, y ser sustituidas por otras.
“¡No blasfemes!”, “¡Dios te castigará!”, “¡Arderás en el infierno!”, “¡No me ofendas!” Son respuestas que se escuchan frecuentemente frente a una blasfemia.
La blasfemia inspira temor y odio. El creyente siente miedo del castigo que pueda venir y odia al blasfemo. La Inquisición ha matado a muchos blasfemos y, ahora, en Medio Oriente, siguen muriendo quienes se atrevan a decir algo contra Alá (o solamente a dibujarlo).
Pero, ¿qué es la blasfemia?
En el sentido religioso, para la RAE, significa “Palabra injuriosa contra Dios, la Virgen o los santos” y con esto concuerdan los teólogos. La blasfemia, además, es considerada el peor de los pecados. ¿Por qué?
Veamos lo que opina la ICAR (Iglesia Católica Apostólica Romana): “Donde hay un blasfemo, él solo es capaz de echar a perder la fe y las buenas costumbres de una casa o de una entera familia. Con los insultos que salen de su boca y que brotan de su corazón malvado, enlodaza la conciencia de los niños y de los jóvenes que lo escuchan, y que después se sienten justificados a repetir lo que oyen”.
Recurso de libertad
Yo sostengo que la blasfemia es un mecanismo periférico de respuesta frente a una ideología religiosa dominante y que, en ciertos casos, es el ejercicio mínimo de la libertad. La blasfemia, entonces, en determinadas circunstancias, se configura como un derecho.
He escrito dos artículos que sustentan mi postura. En este link pueden encontrar la segunda versión que es mucho más larga, pero utilizo a Lotman, Foucault y De Certeau.
VERSIÓN 1
El canon y el disenso
En un grupo humano jerarquizado siempre impera una ideología. Este fenómeno es necesario pues permite el orden; sin embargo, conlleva al autoritarismo cuando un subgrupo no se siente representado por dicha ideología y en el momento en que se expresa, se le combate.
Existen muchas maneras de combatir el cuestionamiento al canon, desde la sanción social (aislamiento, castigos de familiares, etc.) hasta la tortura y la muerte.
No toda disensión implica una propuesta. Muchas veces ―cuando todavía no ha formado un corpus teórico o cuando la imposición es violenta― se manifiesta simplemente como burla.
Me explico. Toda idea inserta en el canon es sacralizada, es decir, tiene categoría de verdad irrefutable y se adjudica el derecho al respeto (veneración, acatamiento y deferencia). Quienes no la respeten, la desacralizan. Y la forma más rápida, efectiva y que no demanda una teoría previa es la burla de los símbolos (por ejemplo, convertir en emo a Hitler).
La desacralización genera no solo rechazo, sino debate, que abrirá las puertas a que más personas se sumen al cuestionamiento, lo que a su vez, llevará a la legitimación de la nueva ideología, por ejemplo, la convivencia.
Ahora, apliquemos esto a la religión
Si alguien no comparte una creencia religiosa que es mayoritaria y que además tiene autoridad en su sociedad (incluso para determinar la política, la educación y la salud), la forma más directa de mostrar su disenso será la blasfemia .
Debido a que, por sus características, la religión es una ideología que se arraiga en cada aspecto de la vida del creyente, se toma la blasfemia como un ataque a la persona, cuando solamente es una burla de la ideología y sus símbolos.
¿Cuál es el objetivo de la blasfemia?
1. Manifestar disconformidad con una ideología.
2. Generar controversia y debate.
3. A largo plazo, instaurar una ideología subalterna como parte del canon.
El feminismo, el discurso antirracista y antihofóbico comenzaron como “blasfemias” seculares y, tras generar indignación y rechazo, progresivamente están logrando insertar sus ideologías en el canon; es decir, validarlas en leyes.
El laicismo conseguido en muchos países también comenzó siendo considerado blasfemo. Es más, todas las religiones y movimientos religiosos comenzaron como blasfemias (por ejemplo, si se revisa los orígenes de los franciscanos y la vida de Francisco de Asís o de Martín Lutero se puede tener una visión más completa).
“La blasfemia me ofende”
Pues sí, muchas personas se sienten ofendidas. A cualquiera le incomoda que se burlen de sus ideas. Pero pensemos un momento: ¿A quién se dirige la blasfemia? ¿No es a un dios o un ser sagrado? ¿Qué daño puede causar la blasfemia a un mortal? ¿Si el blasfemo hubiera pecado, no sería eso problema de él y su alma? ¿Por qué se considera a la blasfemia como el peor pecado? ¿No será que se tema a las consecuencias de ella, es decir al enfrentamiento con la ideología dominante y su desacralización? ¿Están considerando que las ideas deben ser respetada por encima de las personas? ¿Consideran que las ideas tienen derechos?
Respeto a la persona
Todas las personas merecen respeto y tienen derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Pero las ideas no merecen respeto ni tienen derecho a imponerse y silenciar a otras.
Si las ideas merecieran respeto, nadie podría haberse atrevido a cuestionar al nazismo, al racismo ni al machismo.
Las ideas son pasibles de confrontación y una forma de confrontarlas es a través de la burla de sus símbolos.
Blasfemia y Estado Laico
Claro que lo mejor sería que la confrontación se diera en términos más alturados, por ejemplo, en debates… Pero, ¿es posible un debate cuando se está a un pie de la hoguera o cuando la sanción social es aplastante?
Para debatir es necesario ser visibles. Ser visibles, lamentablemente, requiere ser incómodos para el canon. La blasfemia es muy incómoda.
En un Estado Laico, la blasfemia pierde sentido pues ninguna ideología religiosa (o atea) determina ni coacta.
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Para mi sustento teórico de la blasfemia como derecho (tomando como referencia a Lotman, Foucault y De Certeau), les dejo este link que contiene un artículo mucho más extenso.
En cuanto se cargue el video en youtube, aquí colocaré el link de una ponencia que realicé en la Universidad Nacional Federico Villarreal sobre la blasfemia.